Aprendí a no juzgar cuando no comprendo algo. Aprendí a que cada cosa tiene su momento y su lugar. Aprendí que cada persona vive su historia desde su prisma. Aprendí que actuamos en consecuencia de nuestras circunstancias. Aprendí a beber del agua que juré no probar. Aprendí que no hay verdades absolutas, que no existe el nunca jamás. Aprendí a bailar en una escala de grises. Aprendí que no podemos prometer el futuro, cuando no sabemos cumplir el presente. Aprendí a escuchar la voz que vive en nosotros. Aprendí a cambiar la culpa por la responsabilidad. Aprendí a que tengo tanto que aprender, que no tengo nada que enseñar.