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Mostrando entradas de diciembre, 2024

Caperucita Loba

Había una vez un lobo que un día se enamoró del bosque. De su sonido del agua cayendo de las nubes en una tormenta en invierno. Del bailar de sus hojas al cielo.  Y un día en un camino, encontró unos ojos oscuros que lo miraban intensamente. Mitad temor, mitad deseo. Su cuerpo lo tapaba una capa roja.  Asustada, volvió al sendero que una vez la llevó hasta el lobo.  Pero la curiosidad podía más que el miedo. Cada día se encontraban a la misma hora.  El mismo lugar.  El lobo tenía unos ojos grandes. Una boca grande. ¿Sería para comerla mejor? El peligro acechaba como él lo hacía a su presa.  Pero poco a poco, el bosque se volvió testigo de un amor prohibido. Su capa caía y bajo ella su timidez se escondía. Cada atardecer, Caperucita se convertía en loba. Y sus aullidos rompían el silencio de la noche. Eran sus lamentos, el cantar del viento. En su mirada salvaje ya no existía el miedo. Por la mañana, ella se volvía humana y él, ni tan malo ni tan feroz, se a...

Los ojos de mi madre

 Los ojos de mi madre se ríen. Y miran arriba llenos de luz. Con la ilusión de una niña que descubre por primera vez el sonido del viento. En ellos se siente el latido de un corazón que retumba fuerte en el pecho.  Los ojos de mi madre se ríen.  Como al dibujar la cima de las montañas de un paisaje en un papel en blanco. Son oscuros como el vientre de un bosque en invierno. Los ojos de mi madre se ríen. Como las gaviotas que vuelan desde la orilla del mar y en el cielo vemos sus alas volar.  Los ojos de mi madre se ríen. Llenos de arrugas, presas del tiempo. Sus ojos sonríen y se tornan sus labios mientras pronuncia te quiero.  Los ojos de mi madre se ríen, y en ellos, me encuentro.