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Mostrando entradas de septiembre, 2022

Veinticuatro lunas

 Hoy levanto la cabeza y te sigo sintiendo. Hace dos interminables años que ya no estás aquí.  Veinticuatro lunas que han pasado.  Trescientos sesenta y cinco días, multiplicado por dos. Con todas sus mañanas y todas sus noches.  Cada uno de ellos, echándote demasiado de menos. Ya nadie gruñe en sueños ni se despierta enfadado por el juego de un cachorro.  No escucho ronquidos en el salón. Ni el retumbar del tintineo de tu chapa chocando contra el collar.  Hace dos años tu corazón y el mío latieron juntos por última vez. Aunque me parezcan dos siglos.   Olvido cada instante la fecha del último día que acaricié tus canas, aunque recuerdo cada minuto la última vez que brillaron tus ojos. Aquel momento en que se me paró a mi también el corazon. Mi vida cobró más sentido el día que tú perteneciste a ella.  Fuiste sin duda mi mejor amigo, cachorro.  Y se que estás cerca. Muy cerca.  No te olvido, mi amor.

La llave de Eva

La llave gira dentro de la cerradura una vez más. Antes de abrir suspiras, cansada. Hoy se hizo demasiado tarde, otra vez, pero tocó despedir a uno de esos perros que has visto crecer desde que era una pequeña y entrañable bola de pelo. No era tu primera vez pero siempre es como la primera vez. Otro día dejaste el reloj aparcado y no escuchaste el maullido que tienes de tono de llamada las 6 veces que te llamó tu marido para saber si ibas a cenar porque tu mente no estaba en el resto del mundo.  Tenías una vida en tus manos dentro de un quirófano donde los pitidos del monitor ocupaban toda tu atención.  La semana pasada estabas tan sumergida en los libros buscando la solución a esa rara enfermedad que no responde a nada que olvidaste que habías quedado con una amiga para despejarte.  No recuerdas la última vez que tuviste tiempo para ti sin dedicar una parte de tu pensamiento a ese perro al que quieres mejorarle la vida pero su dueño no está dispuesto a intentarlo, aunque...