Aullando a las Estrellas

 A todo color y a la vez blanco y negro.  Matices que sentencian y lo cambian todo.  Apostando al ganador. Perdiendo el vencedor.  Raíces que buscan la tierra y encuentran el cielo.  Flores en las nubes. A todo color, y a la vez, blanco y negro. Las luces y sombras de un viejo diván.  Víctima de una lucha consigo, que no consigue ganar.

Perdida en un mar enfurecido.  Donde crepitan sus olas con la fuerza de un titán Busco la calma en el cielo, pero no está.  Se ha ido. Clamo a la muerte en un último suspiro. Pero el miedo se ha apoderado de mi aliento. No corras, no huyas. ¿Dónde vas?  Despliega tus alas. Ábrelas. Y allí, sumergida en la oscuridad del negro de tus plumas, despiertas. Vuelves a volar. 

 Hace unos años, escribí para mí durante tanto tiempo que perdí la cuenta. En secreto, me contaba a mi misma dónde encontrarme sin saber aún dónde me escondía.  Y me aliviaba. Me aliviaba leerme y entenderme cuando ni yo lo hacía.  Cuentos, frases, palabras. Me perdí en un abismo donde no encontraba salida. Pero escribir me ayudaba. Me sanaba.  Me di cuenta cuando dejé de hacerlo. Cuando pasaron semanas y no había vuelto. Me di cuenta cuando las heridas cerraron, cuando pasó el dolor y decidí que era el momento de perdonarme no haber sido yo durante tantos años. Y también entendí que dejar de ser, me costaría sentir. Ahora miro atrás y quizá me duela verme reflejada en muchos de mis escritos. Pero también me reconforta ver el camino andado, saber que estuve allí. Pero que siempre sale el sol. Que de la semilla nació un manzano. Que bajo el precipicio no había más que el sonido del viento. Y que estando arriba solo podía seguir subiendo.  Y no cambiaría nada de ...

 Recoges del suelo las piezas.  Y frente a un espejo las encajas. Una a una, frente a frente. Como un rompecabezas.  Un puzzle que poco a poco forma el mundo. Que vuelve a construirte.  Con las mismas cosas pero en distinto orden.  Tan igual y diferente.  Tan banal como importante.  Tan tuyo y a la vez tan de nadie. 

 Cuando las cuerdas aprietan, y el nudo no muere en la boca.  Cuando el nudo se hace en el alma y respirar te ahoga.  Y vivir te mata. ¿Cómo se deshacen las entrañas? 

 Calma.  El silencio que se rompe al cantar de los pájaros.  La oscuridad de los ojos cerrados.  El silbido del viento.  El arrullo del bailar de las hojas del árbol.  Respiras. Despacio.  Lento. Abres los ojos y el agua moja tus dedos.  Una sonrisa de lado.  La mente en blanco que se dibuja a pequeños trazos.  Una nube en el cielo. Tan alta, tan lejos. Una mente presa del recuerdo. Que sueña en deseo.