Aullando a las Estrellas

En tus gemidos el rugido del sonido del mar. Esa calma tras la tempestad. El fuego de tus fueros internos, que gritan una vez más. Ardiendo. El salitre pegado a la piel. Los latidos que corren deprisa.  Rápido. Lento. Los cuerpos mojados. Y tus besos que saben a sal. 

 Sopla el viento y las hojas del olivo se mecen con el aire.  Sopla el viento y trae ese aroma a tierra mojada.  Y cierras los ojos y llega el recuerdo de un beso.  El sabor de unos labios.  Sopla el viento y con él, el cantar de los pájaros.  Se mueve la brizna de hierba que brota en las piedras.  Y, entre ellas, un girasol que renace. Sopla el viento y te lleva a las nubes.  Y en lo más alto del cielo, empiezas a volar. Y en tu vuelo, la libertad.

 Me prometí ser ese rayo de sol en días grises... ¿Pero qué pasa cuando el día es blanco y negro?

 Aquello que alimenta el corazón. Que hace que sientas intensamente.  Que arrulla el alma para dejarla dormida. Y grita a voces para despertar el fuego. Que un día quemó todo.  Aquello que retuerce las tripas.  Que rompe las raíces del mundo. Que suelta el nudo de las cuerdas que atan las nubes. Que surcan el cielo. Aquello que apuntas. Y disparas. Y resulta un tiro de acierto.