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Un mal día

 Llego cansada y me siento en el sofá.  Abrazo a mi vieja amiga, la única que queda de ellos. Mi perra valiente.  Hoy ha sido un mal día.  Los nervios a flor de piel, las preguntas que no se hablaron, el abrazo que no llegó y el beso invisible que no existió. Hoy necesitaba tanto que sólo me encontré yo. Y no se, me siento extraña.  Que no estoy en mi sitio, a la vez que me encuentro en el centro de mi vida. Quizá nunca se conformarme. Quizá arriesgo siempre al rojo cuando el negro es el claro vencedor. Hoy estoy cansada, estoy herida.  Quizás mañana sea mejor.

Mi amigo

 Es tu recuerdo mi apoyo eterno. Tú, mi amigo, mi compañero. En dias tristes no sale el sol, no veo el final. En dias raros te echo especialmente de menos.  Eras tú, mi inspiración, mi libertad. Como abrir las páginas de un libro nuevo. Y fundirte en su olor.  Sigues aquí a mi lado, en esos ojos, en el viento. En la pelota en el parque o en los globos del cielo. Sigues aquí, en todas partes, en mi mente. Ocupandolo todo,  llenando cada día sin verte. Eras tú, la lealtad más infinita, el guardián de mis secretos.  Te echo de menos.

Canas

Así, atisbos de luz entre un haz oscuro, que sugieren el paso del tiempo, tranquilo.  La piel más arrugada, la mirada más cansada. Se nubla el pelo de canas.  Las manos fuertes, las venas marcadas.  Él, mi padre, mi roble, mi lugar seguro. Mi fortaleza, el abrigo tierno. Allí donde esconderme cuando caen los muros.  Valiente aún con miedo, templanza, su voz segura.  Sonrisa torcida, miradas cómplices, en su pecho mi abrigo. Sus latidos resuenan en mis oídos.  Sus pasos, mi camino. 

Faquir

 Este año me descubrí en el amor propio. Y me enamoré de mi mejor versión.  Me perdí y me encontré, como un faquir encuentra al fuego.  Sin temor a quemarme. No sabía que se podía volar saltando, hasta que toqué el cielo. Ni que temblar no sería por miedo.  Solté la vergüenza, perdí la cabeza y lo hice bailando. Este año ha sido tan intenso como yo, mágico, rompedor.  Ha sido como el sabor del tequila cuando se mezcla con la sal y el limón.

La burla

Y fue, en un intento desesperado, donde la burla mintió al engaño.  Una risa salvaje, que a media voz, gritaba dormida al coraje.  La voz ahogada en el silencio, resonaba con fuerza, valiente.  Fueron los cuerpos, las ganas, el miedo, el deseo, la mente. ¿Quién culpa al desastre? El alma despierta prohibida, amarrada. La puerta cerrada, las llaves echadas.  Los ojos abiertos, atentos. ¿Quién dijo miedo? 

Caperucita Loba

Había una vez un lobo que un día se enamoró del bosque. De su sonido del agua cayendo de las nubes en una tormenta en invierno. Del bailar de sus hojas al cielo.  Y un día en un camino, encontró unos ojos oscuros que lo miraban intensamente. Mitad temor, mitad deseo. Su cuerpo lo tapaba una capa roja.  Asustada, volvió al sendero que una vez la llevó hasta el lobo.  Pero la curiosidad podía más que el miedo. Cada día se encontraban a la misma hora.  El mismo lugar.  El lobo tenía unos ojos grandes. Una boca grande. ¿Sería para comerla mejor? El peligro acechaba como él lo hacía a su presa.  Pero poco a poco, el bosque se volvió testigo de un amor prohibido. Su capa caía y bajo ella su timidez se escondía. Cada atardecer, Caperucita se convertía en loba. Y sus aullidos rompían el silencio de la noche. Eran sus lamentos, el cantar del viento. En su mirada salvaje ya no existía el miedo. Por la mañana, ella se volvía humana y él, ni tan malo ni tan feroz, se a...

Los ojos de mi madre

 Los ojos de mi madre se ríen. Y miran arriba llenos de luz. Con la ilusión de una niña que descubre por primera vez el sonido del viento. En ellos se siente el latido de un corazón que retumba fuerte en el pecho.  Los ojos de mi madre se ríen.  Como al dibujar la cima de las montañas de un paisaje en un papel en blanco. Son oscuros como el vientre de un bosque en invierno. Los ojos de mi madre se ríen. Como las gaviotas que vuelan desde la orilla del mar y en el cielo vemos sus alas volar.  Los ojos de mi madre se ríen. Llenos de arrugas, presas del tiempo. Sus ojos sonríen y se tornan sus labios mientras pronuncia te quiero.  Los ojos de mi madre se ríen, y en ellos, me encuentro.