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Mostrando entradas de mayo, 2022

Mi Suerte

Es tu sonrisa desdentada con ese pequeño grito que emana tu voz. Y tu manita agarrada con fuerza. Tu aullido pidiendo comida, pidiendo a mamá. Pecho que amamanta y alimenta y consuela. Que conecta, que nos funde, nos une, nos mece y nos calma. Como el mar. Aquello que vuelve a unirnos con las entrañas, la sangre, nuestro instinto más puro y salvaje. Que nace del vientre. La protección a la cría, la protección de una madre. Llanto que rompe el silencio, que invade mi mente, que buscan mis ojos y encuentra mis garras, mis dientes. Ojos que miran y callan y entienden. Que brillan.  Y te huelo y te siento y me prometo recordar por siempre, que tan profundo cala por dentro, alojado en mi mente, tu olor, cachorra, tan suave, tan fuerte. Tanto se ama, tanto se quiere, tanto se siente. Libre, feliz y salvaje, tenerte es mi suerte.

Abierta en canal

Desnuda, antes tus ojos que me miran, aún vestida. Sentimientos que destripan mis palabras llenas de sinceridad, buscando una mentira, una excusa. Un refugio en un mar lleno de vida. De palabras que pueden hacerte el amor como el alma al cuerpo.  Abierta en canal con aquello que un día me hizo tanto daño. Ausente de ti y llena de mi.  De mi verdad.  Siempre en mi verdad. 

El sonido de la cigarra

 Hoy es uno de esos días de primera vez. Es la primera vez que me he dado cuenta que se estaba poniendo el sol, y me he sentado con los pies en el agua a ver como se iba oscureciendo el día. Cantaban algunos pájaros,  empezaban a aflorar los primeros murciélagos. Al fondo un perro ladraba, un gato maullaba.  No tenía prisa, a pesar de tener mil cosas que hacer y mil motivos que podrían ocupar mi mente. Muchos mensajes, cuatro llamadas perdidas.  Pero me he dado cuenta que lo único que perdemos es el tiempo. Que todos los días nos perdemos cosas maravillosas que ocurren en ese preciado y escaso tiempo.  Si pones el oído,  justo en el tercer árbol a la izquierda,  se escucha el audaz sonido de los pájaros en un nido.  Golondrinas quizá. La vida que se abre camino. Me doy cuenta, con el paso de los años que la vida es maravillosa y que no sabemos sacarle partido. Que pasan los días como otro cualquiera, pero no nos damos cuenta que ese día pasado nun...

Humo

 Rabia. Ira. Fuego. Sentimientos que afloran como el humo cuando un bosque arde. Cuando todo se destruye y nunca vuelve el mismo paisaje de antaño. Volverá a crecer la hierba, volverán a bailar las mariposas, pero ya nada será igual. El árbol se quemó y con él todos sus nidos llenos de pájaros que nunca volarán.  Quiérete más de lo que nunca podrás querer a nadie. Aunque las llamas inunden el paisaje.

Libres

Y son esos ojos con los que me miras. La sonrisa pícara y la ceja altiva. El abrazo que cura, que sana, que cuida. La barba de tres días y las manos fuertes, mías. Tú tan mío y yo tan tuya.  Libres.

Pedazos

 Y así, uno a uno, recompones los pedazos. De lo que un día fue y no será. De la decepción. De lo que está por llegar y no llegó. De la traición.  Del dolor que emana el alma cuando en silencio llora dormida. Fundida en las tinieblas. Y pieza a pieza, como un puzzle, recompones lo que un día se rompió, y te das cuenta que ahora luce diferente. Y que entre hueco y hueco se deja pasar la luz, iluminando lo que antes era oscuridad. Y en esas grietas es donde nace la ilusión.  Y el comienzo de una nueva vida.

El Cuento del Manzano

Había una vez un manzano.  En el más llano de los valles, perdido entre montañas. Sin un árbol más que lo acompañara en su sombra.  Pequeñas flores emergían del suelo con la misma ligereza que una hormiga trepaba por sus tallos. Eran toda su compañía. Unas frágiles margaritas que nacieron traídas por el viento.  Los primeros inviernos pasaron, las primaveras llegaron y con ella el manzano se llenó de vida. Al final de un largo y caluroso verano, sus primeros frutos cayeron, y cuando más acompañado se sentía, el manzano volvió a estar solo.  Las manzanas, presas del tiempo se consumieron y sus semillas quedaron en aquel valle.  Llegó el invierno y el manzano, sumido en la más profunda tristeza, sin sus pétalos entre sus hojas y sin sus ansiados frutos empezó a caer en un profundo letargo. Pero la primavera volvió y también lo hicieron sus flores y en aquel lugar donde un día murieron sus manzanas había un joven, pequeño, pequeñísimo árbol que crecía entre la hier...

Aullidos

Así como los lobos le cantan a la luna. Así como la luna sueña con la noche. Así como el sol anhela la luz en su oscuridad.  Desde esa parte animal que dormita en nosotros que puede despertar en cualquier momento, con el sonido de una llama en la hoguera o del cantar de ese pájaro en el amanecer.  Desde ahí, desde lo más profundo, salvaje e irracional que vive en mi, prometo aullar a las estrellas. Y si alguna vez me olvido, si alguna vez no recuerdo quién soy, allí, en mis aullidos, me encontraré. Bienvenidos a mi Blog.