Abrazos

"Tengo frío. 

Aún no logro recordar cómo llegué aquí, pero me duele. 

Apenas puedo seguir caminando porque el pelo no me deja estirar las patas. 

Y lo noto. Noto cómo desde dentro se me rompen las entrañas. No sé cuándo comí por última vez.

Husmeo el aire y huelo mi propio miedo. No están. Llevo semanas intentando encontrar el rastro. El bosque es demasiado grande y yo soy demasiado pequeña. ¿Dónde está mi familia? 

Sé que aparecerán, en algún momento. He caminado tanto que quizás ahora no saben dónde estoy. Quizás cuando me dejaron atrás no se dieron cuenta, y cuando lo hicieron no supieron en qué punto me dejaron. 

Ahora no tengo collar, pero un día lo tuve. 

Y entonces me dormí, ya no podía más. Mientras, soñaba que él me tiraba la pelota roja con la que tantas veces habíamos jugado. Dormí tan profundamente que no sé cuánto tiempo estuve así. 

Cuando desperté, unos ojos me miraban llenos de lágrimas que no contenían agua salada, sino tristeza e impotencia. Sentía su dolor porque ese era mi dolor. Sus manos me acariciaban como un bálsamo, pero aún no podía entender dónde estaba. Había demasiada luz, estaba demasiado cansada. Pero ella estaba ahí, mirándome. Y de repente sentí la tranquilidad que hacía mucho, mucho tiempo que no sentía. 

Cuando volví a abrir los ojos, los suyos seguían clavados en mí, y entonces pude verla mejor. 

Tenía el pelo como yo, rubio y enmarañado. Quizá también llevaba unos días sin dormir. En su ropa había muchos pelos como los míos.  Y sus manos seguían acariciándome. "No tengas miedo, pequeña" repetía como un mantra que iba calando en mi mente. Ya no tenía miedo. Ya no tenía frío. Pero sus lágrimas llenas de rabia recorrían sus mejillas. 

Nunca antes nadie había llorado por mí. Y aquella fue la primera y la última vez. 

Me abrazó tan fuerte que se me olvidó el dolor.

Y así, querida cómo nunca antes me había sentido, abandoné el mundo, mientras escuchaba los sollozos de alguien que sentía que había llegado tarde, cuando fue la primera en llegar a ese sitio llamado corazón, y donde viven dormidos tantos juguetes rotos como un día lo fui yo."

Dedicado a todas esas personas que rescatan, que cuidan, que aman y que siempre intentan llegar a tiempo, aunque a veces sientan que no lo consiguen.

Por todos los animales que necesitan ese abrazo para olvidar. 

Y porque llegue un día que no haya ninguno que tenga que volver a empezar. 

#historiasdeanimales


Comentarios

Entradas populares de este blog

La loba

Besos de sal

Faquir